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5 claves de la podología infantil
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Vamos a descubrir una serie de claves de la podología infantil. Y es que, como padres y adultos, nos hemos de preocupar por el bienestar de nuestros hijos. Para ello, observaremos a diario su desarrollo y, en el caso de los pies, miraremos que estas extremidades se comportan como deben a tenor de la salud de los niños.
Ya sabemos que los pies son una parte fundamental del cuerpo humano. Aquí es donde descansa todo el peso. Para caminar, para saltar, para trepar… Para todo, necesitamos los pies en plena forma, en especial los de nuestros pequeños, que no paran de moverse y que requieren de mucha acción, actividad y gasto de energía diaria.
Unos pies bien cuidados, además, también van a prevenir la posible aparición de malformaciones o de problemas en otras partes del cuerpo, en especial en la espalda, en las rodillas y en las caderas. De ahí que insistamos tanto en la prevención, para que los chicos crezcan sanos y fuertes.
Por todo ello hemos de aconsejar que, como padres, se preste atención a ciertos problemas que no deberían aparecer. Y es que un buen número de las alteraciones que pueden presentarse a posteriori, en la edad adulta, son relativamente fáciles de evitar si de forma previa, durante la etapa de crecimiento y desarrollo, se ponen en práctica los tratamientos adecuados a la infancia.
De ahí que queramos poner en valor especial el cuidado de los pequeños, no solo a nivel podológico, también a nivel orgánico y psicológico. Muchos problemas que aparecerán más adelante pueden ser fácilmente tratados o minimizados ahora, cuando los chicos son jóvenes. Así que, prestemos especial atención a estos detalles.
Comenzamos con una labor básica. Hay que cuidar con especial atención la higiene del pie de los niños. Para ello, un lavado diario con agua tibia y usando jabón neutro puede ser una buena solución.
Si el niño se ducha a diario, esta labor no será necesaria. Pero si no lo hace, conviene que sí se lleve a cabo. Y, una vez limpios, cuidar el secado, en especial entre los dedos, para que no queden restos de humedad que podrían favorecer la futura aparición de hongos.
Revisaremos de forma periódica los pies de los pequeños. Cuidaremos de que están bien limpios y miraremos que no queden restos de telas o hilos de los calcetines, por ejemplo, para evitar el síndrome de torniquete que podría estrangular algún dedito.
También hay que cortar las uñas de los pies de forma recta, pero siempre adaptadas a la forma de los dedos. Así se evita la aparición de uñas encarnadas.
Hay que animar a los pequeños a que se muevan. Ahora bien, para ello, evitaremos que usen ropas pesadas y calzados no adecuados. En especial en su etapa de bebé, el niño recibe mucha información del suelo que pisa, por lo que, aunque haya que protegerlo con calzado y calcetines adecuados, estos no deben ser demasiado pesados y que no favorezcan el desarrollo natural del chico.
Además, conviene corregirle los pequeños vicios posturales que pueda ir acuñando, pues en el futuro podría no favorecer su correcto desarrollo. Por ejemplo, la posición de las piernas en W, que harán que se resienta la rotación de su cadera y sus rodillas.
Cada niño tiene sus propios tiempos. Esto hemos de respetarlo. Así que, si no observamos nada que consideremos inadecuado, veremos que hay chicos que tardan más en andar, y otros que son más rápidos, por ejemplo. En cualquier caso, no lo obligaremos ni aceleraremos estas fases, pues podrían influir de forma negativa en su postura adecuada de cara al futuro.
Durante los primeros años de vida del pequeño, el calzado se ha de utilizar de forma moderada. Conviene que camine descalzo y, en su defecto, con calcetines o con zapatos naturales de suela flexible que permitan que los pies de los chicos reciban información del piso. Así se desarrolla con normalidad su fuerza, su musculatura y la función de agarre de los dedos.
Hay diversas señales que nos obligan a tomar la iniciativa. Durante los primeros años de vida de nuestros pequeños, la observación es nuestra mejor herramienta. Si vemos que el pequeño coge ciertos ‘vicios’ al caminar, o bien se queja de dolores en rodilla, pies, columna, cadera, etc., habrá que acudir a un podólogo infantil para tomar las medidas pertinentes cuanto antes. Ten en consideración estas claves de la podología infantil y, si notas algún síntoma de alerta, no tardes en visitar nuestra consulta para que tomemos las medidas pertinentes cuanto antes.
Sea como fuere, ahora que sabes cuándo acudir a la clínica podológica, recuerda que nos puedes contactar para resolver cualquier duda que te asalte. Nuestro equipo experto encontrará la mejor solución a tu caso concreto.